La Gestión de Riesgos en el sector asegurador contempla el pensamiento basado en riesgo y cómo éste afecta a la compra de seguros de empresa. Las empresas deben considerar en este contexto algunas recomendaciones para la compra de seguros que minimicen el impacto negativo de los riesgos en el caso de producirse.
El comportamiento de los clientes en la compra de seguros se rige por dos sistemas. El sistema uno se dispara rápidamente al hablar de incertidumbre. Sin embargo, al hablar de la compra de seguros para la empresa hay una serie de recomendaciones a tener en cuenta de manera general para hacer una buena compra atendiendo al sistema dos:
1. Conocer tu empresa
Se trata de saber cuál es la tolerancia y el apetito al riesgo de la compañía. Aquí figura el riesgo que está dispuesto a asumir la empresa.
Esta evaluación debe considerar no solo la naturaleza de la actividad económica, sino también el historial de siniestros y la percepción subjetiva del riesgo que tiene la organización. En este proceso influyen también los sesgos cognitivos del decisor, como la aversión a la pérdida o la representatividad, que pueden distorsionar la evaluación de los riesgos reales.
2. Definir una política integral frente al riesgo
La definición de esta política aporta coherencia, para no descuidar coberturas críticas.
Este enfoque permite superar el efecto marco, por el cual algunas empresas se enfocan excesivamente en determinados tipos de riesgo (por ejemplo, los más recientes o mediáticos), dejando de lado otros igual de relevantes. Una política integral ayuda a mitigar estos sesgos y a cubrir de forma adecuada los distintos escenarios de exposición.
3. Romper el sistema uno apelando al dos, en cuanto a precio y coberturas
El sistema uno es rápido, automático e intuitivo, y puede llevar a errores al contratar coberturas innecesarias o insuficientes. El sistema dos, en cambio, exige reflexión y análisis comparativo. Por ello, es clave fomentar una decisión basada en datos objetivos y en análisis técnico, alejando la compra de seguros de impulsos o presiones comerciales.
4. Diferenciar entre causas y consecuencias
Hay que tener presente qué cubren exactamente los seguros y contemplar sus causas y consecuencias.
Muchas veces las pólizas describen claramente las consecuencias cubiertas (como daños o interrupciones), pero no detallan las causas (como ciberataques, fallos humanos o fenómenos climáticos). Entender esta distinción permite adecuar la cobertura a la naturaleza de los riesgos reales.
5. Romper los anclajes en primas y pólizas heredadas
La compra de pólizas debe analizarse desde cero, sin depender de condiciones previas que pueden no ajustarse a la nueva realidad de la empresa. Aquí entra en juego el sesgo de anclaje, que lleva a valorar las nuevas opciones en comparación con las anteriores, en lugar de en función de su adecuación al riesgo actual.
6. Averiguar los riesgos sectoriales y transversales
Esto engloba los riesgos que afectan a la empresa, su entorno, su actividad y los riesgos genéricos que pueden presentarse en cualquier tipo de compañía.
Por ejemplo:
- Riesgos sectoriales: cambios regulatorios, demandas colectivas, siniestros frecuentes en el sector.
- Riesgos transversales: incidentes cibernéticos, catástrofes naturales, fallos tecnológicos, crisis de reputación.
Una correcta identificación permite adaptar la cobertura a realidades concretas, mejorando la efectividad del seguro contratado.
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7. Medir
Es fundamental estimar la magnitud y probabilidad de los riesgos. En este punto, la gestión de riesgos proporciona herramientas clave para cuantificar el impacto económico de los siniestros potenciales y facilitar la elección de coberturas adecuadas.
La correcta medición también reduce el efecto de heurísticas, como la disponibilidad (recordar siniestros recientes y sobrevalorarlos) o la sustitución de atributos (confiar en aseguradoras solo por reputación o imagen).
8. Poner el foco en las coberturas y no en pólizas
Una póliza puede incluir numerosas cláusulas que no responden a las necesidades específicas de la empresa. Por eso, es crucial evaluar si las coberturas contratadas responden de forma precisa al mapa de riesgos real.
9. No confundir el mapa (seguros) con el territorio (riesgo) y que tampoco lo haga tu bróker
Hay que pensar que los seguros no protegen totalmente de los riesgos, por lo que hay que pensar primero en los riesgos y no en las pólizas de seguro.
En este sentido, la Gestión de Riesgos es una disciplina que antecede a la contratación de seguros y que permite determinar qué riesgos deben ser transferidos, mitigados o asumidos directamente.
10. Establecer una gerencia y gestión de riesgos activa
La gestión de riesgos en la compra de seguros va a permitir eliminar las emociones, mejorar la cultura de la gestión del riesgo, basarse en la mejor información disponible, minimizar pérdidas, ser activos e iterativos y ayudar a conseguir los objetivos.
Además, permite:
- Incorporar herramientas como modelos probabilísticos y análisis de impacto.
- Superar sesgos típicos del comportamiento humano frente al riesgo.
- Ajustar coberturas en función de cambios en el entorno.
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