El agilismo es definido como una serie de estrategias que permiten afrontar problemas en el ámbito de la empresa, optimizando y solucionando ineficiencias rápidamente. En un sentido amplio, el agilismo es considerado una actitud, una forma de pensar o incluso un ‘mindset’. Sus usos van desde la eliminación de cuellos de botella hasta la mejora de la cooperación entre los diversos equipos en el desarrollo de proyectos empresariales. 

Breve historia del agilismo

El término ‘agilismo’ se acuñó en el año 2001 cuando un grupo de 17 profesionales escribieron el llamado ‘Manifiesto Ágil’. El texto, considerado un punto de inflexión en el desarrollo del ‘Business Agility’, consta de una serie de principios que buscan optimizar las labores corporativas. Los 12 puntos, de plena actualidad hoy en día, comprenden las siguientes estrategias de gestión de proyectos:

1. Priorizar la satisfacción del cliente a través de rapidez de respuesta y efectividad.
2. Capacidad de implementar cambios de última hora en los productos.
3. Entregas frecuentes del producto.
4. Técnicas de medición del funcionamiento y el progreso de proyectos.
5. Desarrollo sostenible a ritmo constante.
6. Trabajo colaborativo entre empleados y entre diversos departamentos.
7. Conversación cara a cara.
8. Confianza entre los miembros del equipo y capacidad de delegar.
9. Atención constante al diseño del producto y a la excelencia técnica.
10. Apuesta resuelta por la simplicidad.
11. División del personal en equipos autogestionados.
12. Capacidad de adaptación a situaciones cambiantes.

Sectores en los que se aplica el agilismo

Es necesario aclarar que no existe una metodología homologada y aplicada a todas las empresas y sectores. En la aplicación del agilismo, es imprescindible distinguir prioridades y establecer hojas de ruta que se adapten a las circunstancias. Por ejemplo, el método Scrum es considerado el más eficaz para los negocios de menor tamaño, mientras que las grandes empresas requieren Scaled Agile. 

Aclarado este punto, diversos estudios revelan que las metodologías ágiles presentan un funcionamiento especialmente óptimo en sectores de gran incertidumbre en los requerimientos del cliente. La moda, la manufacturación o la construcción, por ejemplo, son sectores de imprevisibilidad en la recepción de productos, con clientes que exigen cambios de última hora. 

El enfoque iterativo, el desarrollo incremental y el feedback constante con el cliente (pilares del agilismo), aportan grandes resultados en todos ellos. Uno de los casos de éxito más sorprendentes nos lo ofrece Zara, que estudiaremos como ejemplo práctico de agile management.

Zara, maestros en agilidad

Zara reconoció la dificultad de realizar pronósticos acertados sobre el éxito o el fracaso de sus productos. Así, dedujo que la mejor manera de evitar pérdidas es ofertar pocas unidades de los nuevos productos. 

El proceso ágil en Zara funciona de la siguiente forma: 

1. Una cantidad muy limitada de productos son enviados a las tiendas de Zara repartidas por el mundo entero. 
2. Si los diseños no venden, son eliminados del inventario al mínimo coste.  
3. Si un modelo exitoso queda fuera de stock, la tienda se comunica con la central para que envíe nuevos ejemplares. 
4. Dada la eficacísima logística de Zara, la nueva remesa llega en un plazo máximo de 48 horas.

El resultado: máxima eficacia y mínimas pérdidas. 

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