Andrés González: «La clave del éxito en proyectos fotovoltaicos es el conocimiento, obtener los permisos adecuados y realizar un mantenimiento constante.»

09/02/2024
Alejandro Riveros
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Andrés González, profesor del Máster en Energías Renovables de EALDE Business School, resalta cuáles son los principales aspectos del ciclo de vida de un proyecto de generación de energía fotovoltaica.

¿Cuándo empieza la vida de un proyecto de energía fotovoltaica? 

Es crucial que tomadores de decisiones, desarrolladores de proyectos y usuarios tengan un conocimiento adecuado sobre las tecnologías involucradas en un proyecto de energía fotovoltaica. Cuanto mejor informados estén los diferentes actores, mejores serán las decisiones que se tomen. 

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La diferencia en las etapas iniciales de los proyectos depende de si son a gran escala, diseñados para generar energía para toda la matriz energética de un país, o a pequeña escala, destinados al autoconsumo con un usuario final definido.

Una de las principales diferencias en estas primeras etapas es la obtención de permisos. Los proyectos a gran escala generalmente requieren permisos ambientales y licencias para evaluar el impacto ambiental, ya que ocupan terrenos previamente no desarrollados. 

En contraste, los proyectos de autoconsumo suelen utilizar espacios ya existentes, como techos de industrias, casas u oficinas, por lo que los requerimientos de permisos ambientales son menos estrictos.

Desde el equipo docente del Máster de Energías Renovables de EALDE Business School, consideramos fundamental que los profesionales involucrados tengan un criterio bien fundamentado. Además, hay variantes como la agrovoltaica, que combina el uso de terrenos fértiles para la producción de energía y alimentos. 

La concepción inicial del proyecto debe considerar para qué se quiere hacer, cómo se va a realizar y quién lo necesita, siendo la educación y el conocimiento de todos los actores esenciales en esta primera fase.

¿Qué es lo más difícil de vender un proyecto de energía solar de autoconsumo?

Los proyectos de autoconsumo, aunque llamados «pequeños», pueden ser bastante grandes y están diseñados para ocupar una infraestructura existente, como techos de casas, industrias medianas o multinacionales. Sin embargo, un reto significativo en Latinoamérica es que los clientes, desde propietarios de casas hasta tomadores de decisiones en grandes industrias, a menudo no tienen un conocimiento claro de sus opciones. 

Esto incluye desconocer que los proyectos pueden financiarse directamente, mediante préstamos bancarios o a través de contratos de compra y venta de energía sin inversión inicial.

Esta falta de conocimiento puede hacer que los procesos de toma de decisiones sean tediosos y prolongados. Afortunadamente, esto está mejorando a medida que los tomadores de decisiones se involucran en programas académicos, como el que ofrecemos en EALDE, que proporcionan herramientas a diversos actores del sector. Estos programas no solo están dirigidos a quienes compran o diseñan proyectos, sino a todos los involucrados, ayudando a cerrar la brecha de conocimiento.

Además, otro desafío es la falta de información sobre la infraestructura del cliente, especialmente cuando los proyectos se instalan en techos. Es crucial conocer la capacidad estructural del techo para soportar el peso adicional de los paneles solares. 

La falta de esta información puede complicar la viabilidad del proyecto, especialmente en edificios antiguos. Sin embargo, estas barreras se están superando a medida que todos los actores se sensibilizan y se forman en estos temas, mejorando la toma de decisiones en el sector.

¿Cuál es el aspecto que nos debería ocupar más?

En mercados con alta competencia, la oferta y la demanda juegan un papel crucial, y a menudo se ofrecen soluciones con menor inversión para asegurar contratos y construir proyectos de energía fotovoltaica. 

Si bien la construcción y puesta en marcha del proyecto son hitos importantes, esta etapa es relativamente corta comparada con la vida útil del proyecto, que puede durar un mínimo de 30 años. Es fundamental elegir una empresa responsable y conocedora de las leyes y normas locales para la construcción, pero igual de importante es la fase posterior de operación y mantenimiento.

La tecnología fotovoltaica se caracteriza por requerir poco mantenimiento, ya que no tiene partes móviles. Sin embargo, con el tiempo, ha quedado claro que la operación y el mantenimiento son tan importantes como la construcción y energización del proyecto. 

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Aunque en un principio se pensaba que el mantenimiento era sencillo y podía ser realizado por cualquier persona, la realidad ha demostrado la necesidad de profesionales capacitados para garantizar el funcionamiento óptimo a largo plazo.

El mantenimiento y la operación son la fase más larga y continua de un proyecto fotovoltaico, abriendo oportunidades para empresas especializadas en estas áreas. Este aspecto es crucial y se aborda en el Máster de Energías Renovables de EALDE, ya que influye en las proyecciones financieras y en los resultados esperados de los proyectos. Por lo tanto, es esencial planificar y gestionar adecuadamente esta fase para asegurar el éxito a largo plazo del proyecto.

¿Qué herramientas existen actualmente para abordar ese «después» del que hablas?

Uno de los aspectos importantes de la operación y mantenimiento de los sistemas fotovoltaicos es la limpieza. La superficie de captación solar debe mantenerse libre de polvo y suciedad para maximizar la recepción de luz solar y su conversión en energía eléctrica. 

Mientras que limpiar unos pocos paneles solares puede hacerse manualmente, limpiar miles de paneles requiere herramientas especializadas. En este campo, se han desarrollado soluciones que van desde equipos manuales telescópicos hasta robots que permiten una limpieza más rápida y eficiente.

Otro aspecto crucial es el monitoreo del desempeño del sistema. La generación de energía depende de variables como la radiación solar y el viento, que ayuda a disipar el calor. Es esencial que los tomadores de decisiones comprendan estos factores para asegurar una operación óptima del sistema. 

Los sistemas fotovoltaicos suelen incluir plataformas de monitoreo que recopilan y visualizan datos, pero procesar esta información para optimizar el rendimiento requiere el uso de inteligencia artificial y aprendizaje automático. Esto introduce la necesidad de profesionales especializados en el tratamiento de datos y toma de decisiones basadas en dicha información.

En conclusión, podemos considerar tres fases en la vida de un proyecto fotovoltaico: la primera es la concepción y viabilidad del proyecto, definiendo qué se quiere instalar, para quién, cómo y dónde; la segunda es la construcción, asegurando que se cumplan los estándares de calidad y seguridad; y la tercera, y más prolongada, es la operación y mantenimiento, que incluye la limpieza y el análisis de datos para garantizar que el sistema funcione correctamente durante sus 25 a 30 años de vida útil.

Sobre el autor: Alejandro Riveros

Publicista colombiano con una amplia trayectoria en el mundo del marketing y las relaciones públicas. Experiencia en el sector empresarial y en importantes equipos políticos en Colombia. Máster en Marketing Político de la Universidad de Alcalá de Henares en Madrid, España.
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